El positivismo en América |
Para desarrollar este punto debemos contextualizar los principales acontecimientos que imprimirán su impronta en el espíritu de la filosofía positiva y que luego recibirá y afectará a América Latina. Había acontecido la Revolución Industrial Inglesa en el Siglo XVII, que luego se llevaría a cabo en los demás países europeos durante el Siglo XVIII y XIX, embebiendo a la Europa occidental del mismo espíritu productivista y cientificista en una carrera irracional por el predominio, podemos decir hoy, por la competencia desarrollista que vimos declinar trágicamente hacia 1914 y 1945 y que en la actualidad es cada vez más patente a nivel global. Luego aconteció la Revolución Francesa que aunque rechazada por Comte, sentó las bases para que Europa adquiera mayor confianza en su propio desarrollo frente al antiguo régimen (Ancien Régime) vinculado y relacionado con una edad teológica que había que superar. El Siglo XIX es una época de gran efervescencia en Europa, conocida como “la primavera de los pueblos” en donde cada país europeo avanzará proclamando su propia autonomía, no sin disputas entre sí por el predominio en Europa y por la dominación de las colonias, por ejemplo, no acatando la “imposición de libertad” de la Revolución Francesa como es el caso de Alemania, Portugal o España hacia 1808. Por otro lado, el Imperio Británico se encontraba en su máxima expansión. A su vez, el imperio Manchú y el Imperio Otomano no se localizaban en la línea de cruce de la expansión europea hacia el atlántico. Estos dos últimos son algunos importantes obstáculos que el positivismo europeo no tuvo que enfrentar y que permitió que su fuerza se acreciente. Por otro lado, América Latina durante todo el Siglo XIX atravesó sus procesos de independencias, iniciadas por la Revolución Haitiana que consigue su liberación en 1804. Más adelante la independencia del Brasil 1824-1831, proceso que será concluido con Cuba, Puerto Rico y Filipinas, hacia 1898. Si bien se trataba de una embestida latinoamericana al antiguo régimen, Europa no podía permitir que cada nación tomara rumbos propios ni siquiera recreando la modernidad. Los centros hegemónicos iniciarán un proceso de neocolonización a manos de la “diferencia imperial” como sostiene A. Quijano, W. Mignolo o N. Maldonado Torres. El positivismo se presenta como una corriente factible no ya conservadora como en Europa, sino, encauzadora de este nuevo proceso latinoamericano de conformación de sus Estados-Repúblicas. Nos dice Leopoldo Zea, considerado uno de los mayores especialistas y estudiosos del positivismo en América Latina, que después de la escolástica ha sido el positivismo la principal corriente en SurAmérica, aunque claro no la única. Convivió con el romanticismo, el racionalismo, el iluminismo, el krausismo, etc., pero el positivismo ha prevalecido. Zea prosigue expresando que lo que fue la escolástica para el período colonial, lo fue el positivismo para el período independentista. No son solo filosofías de transformación, sino, filosofías de control y dominación. Así como la escolástica impuso un nuevo tipo de temporalidad (tiempo del dolor) y relaciones a las culturas americanas, también selló el proceso de conquista y colonización en sus múltiples facetas: militar, política, comercial, económica y en su caso propio, filosófica espiritual. En este sentido, si bien el positivismo pretende barrer con la filosofía escolástica y lo logra, dando el paso de lo “especulativo” a lo cientificista, también prosiguen en el mismo paradigma de la modernidad profundizando la dominación, esta vez, científico espiritual. En el análisis sobre los países latinoamericanos veremos continuidades con este paradigma de la modernidad, y algunas críticas al mismo desde elementos no tenidos en cuenta por el positivismo, como es la apelación de Manuel Gonzales Prada a la cultura indígena negada en los fundamentos del positivismo clásico ortodoxo. Son intentos muy valiosos, porque en la matriz epistemológica y cientificista del positivismo, esta negación la habían practicado al interior de Europa, y al exterior de Europa era aun más radical por ser lo otro por antonomasia. El positivismo fue desarrollado por A. Comte y J. S. Mill, por H. Spencer y J. Bentham, pero su despliegue no concluye allí. En Latinoamérica si bien se incorpora su matriz, también adquirirá desarrollos propios. Veamos, pues, los siguientes casos. Brasil: El caso de Brasil está inscripto en una historia muy particular interesante y profunda. Brasil pasa de Colonia a Imperio y de Imperio a República. Detengámonos un poco en el caso. Según Leslie Bethell, historiador londinense, Portugal reacciona ante, lo que anteriormente hemos llamado “imposición de la libertad” del imperio francés una vez proclamado Napoleón Bonaparte, quién de primer cónsul pasa a cónsul vitalicio en 1802. Portugal se encuentra cercado, fuertemente amenazado y por sugerencia y apoyo de Inglaterra, quien tenía intereses comerciales en Brasil, la corte portuguesa decide exiliarse y radicarse en Brasil, el cual a su vez se encontraba convulsionado. De esta forma hasta 1808 se instala dicha Corte en Brasil con sus principales instituciones como la Casa de Braganza, el Erario Real, el Banco do Brasil, etc. De esta forma se invierte la relación, Brasil pasa a ser Imperio y Portugal colonia. Pero llegado al Brasil, el emperador Joao establece relaciones con las oligarquías. Esto es motivo de grandes conflictos. Ante la amenaza de que la corte vuelva a Portugal y restablecer la relación colonial, Pedro I, hijo de Joao, proclama hacia 1824 la independencia del Brasil. Fue nombrado como “defensor perpetuo”. El proceso no concluye allí ya que Pedro, nos dice Bethell, no termina de romper con los grupos portugueses en Brasil, ruptura que recién se conseguirá en 1831. Brasil atraviesa el período pombalino (Marquêz de Pombal 16991782) de reacción antiesclavista e impulsado por la Revolución Industrial articulada a las demás revoluciones burguesas, busca un nuevo instrumento para adaptarse a esta época de fervor y fe en la ciencia. Brasil no atravesó una independencia sangrienta como el resto de Hispanoamérica, sino, conservadora-imperial y el positivismo cumplió la función de reorganizar el nuevo período naciente. En ello la obra “As três filosofias” de Luis Pereira Barreto (1874) fue fundamental para la proclamación institucional de la República hacia 1889. Barreto consideró el proporcionar varios puntos de referencia para una nueva interpretación de la realidad y de la historia propia con base en la física social de Augusto Comte, se negaba la esclavitud y se favorecían las luchas abolicionistas, se estimulaba la paz para el nuevo régimen basado en el desarrollo industrial que debía reparar las condiciones de sufrimiento de su población, también estimulaba la separación del poder temporal del espíritu y favorecía el régimen federativo. Ricardo Vélez Rodríguez dijo que el positivismo tuvo cuatro orientaciones: 1) ortodoxa: representada por Miguel Lemos y Teixeira Mendez fundando la iglesia positivista, y la Sociedad positivista de Río de Janeiro; 2) Ilustrada: representada por Luis Pereira Barreto; 3) Política: representada por Julio Castillo quien elaboró la constitución de Río Grande do Sul que repercutirá posteriormente en Getulio Vargas (S. XX); 4) Militar positivista: representada por Benjamín Constant profesor de la Academia militar y uno de los líderes que proclamó la República (1889). Por su lado la Escuela de Recife critica el positivismo y el eclecticismo. Sus representantes fueron Tobías Barreto, Silvio Romero, Clovis Bevilaqua, el esteticista Graça Aranha y su libro A estética da Vida. Tobías Barreto según sostiene Antônio Paim ha sido fundamental en la impugnación al positivismo brasilero, fue quien criticó la metafísica dogmática más profundamente, sosteniendo que no ha sido Comte sino Kant el destructor de la misma. En Brasil se adoptó el positivismo cabalmente como religión de la humanidad. Frente al grupo de M. Lemos, T. Mendes, C. d’Abreu, Araripe Junior, Joaquín Nabuco, Rui Barbosa, se encuentra otro bando que fue evolucionista, darwinista, racista, menos teórico y más práctico, proponiendo la teoría brasileña del blanqueamiento aceptada por la mayor parte de la elite brasileña en los primeros veinticinco años de la República y hasta la Primera Guerra Mundial. De todos modos se diferenciaba del racismo de EEUU, ya que en Brasil se evitaban las divisiones que provocaron los rígidos preconceptos anglosajones y se incorporaba al elemento negro de manera natural por la vía del amor sexual, que los sajones evitaban de todas formas. México: Leopoldo Zea es quien más investigó sobre el positivismo en este país. En 1867 esta nación se encontraba desbastada por la guerra frente a Francia y EE.UU quien había ejercido presión sobre México tomando amplias extensiones de terrenos de California, de Texas, de Nuevo México, etc. Aunque temible, EEUU también se presentaba como modelo, y la forma de alcanzarlo, para la visión de la época, era la doctrina positivista, que en México tuvo más presencia que en el resto de las naciones hispanoamericanas. Se presentó como la doctrina con la que había que educar a los jóvenes para convertirla en una nación moderna. Se la concebía como una doctrina para hombres prácticos así como los sajones que hicieron grandes a sus pueblos. Gabino Barreda (1818-1881) introdujo el positivismo en su país y aportó a una educación positivista, tendiente a organizar una nueva clase social en la burguesía con espíritu científico según nos dice Leopoldo Zea. Ello aconteció bajo el gobierno de Porfirio Díaz. Barreda pronuncia su discurso “Oración Cívica” en 1867 en la ciudad de Guanajuato, en el que realiza una interpretación de la historia mexicana desde la óptica de la doctrina de los tres estadios de Comte. La etapa teológica había sido la época de la colonia, la etapa metafísica la de la independencia política y la etapa positiva es la que comenzaba con él y este momento. Aunque Barreda asiste a escuchar a Comte y adhiere a su doctrina, la divisa “amor y orden, orden y progreso” es cambiada por “libertad, orden y progreso”. Concordante con el partido del progreso que llevaba el nombre del partido liberal que ascendió al poder tras la caída del “emperador” Maximiliano. Se buscaba encauzar a México en un proceso de emancipación mental y hacia el progreso. No era fácil concordar dos elementos dispares como libertad y orden, polémica que enredó a liberales y positivistas en cómo entender la libertad. El presidente Benito Juárez le encarga a Barreda la reforma educativa a fin de cambiar la mentalidad de los mexicanos. Chile: en esta nación el positivismo impactó en su forma ortodoxa casi como en ningún otro país, salvo Brasil aunque su proceso fue notoriamente diferente. Sus tres etapas están representadas de la siguiente forma: en primer lugar por Lastarria quien disputa al interior del paradigma positivista con A. Bello pero de quien, a su vez, fue discípulo; en segundo lugar, se desarrolla el positivismo en su vertiente más ortodoxa con los hermanos Lagarrigue; para que en tercer lugar, esta vertiente ortodoxa sea superada por la crítica de Letelier. Por otro lado, liberales y conservadores evitan la guerra civil, pero concretan la guerra con Bolivia y Perú tomando posesión sobre Antofagasta y Tarapacá. En este contexto el positivismo creció desde la Academia de Bellas Artes con los hermanos Lagarrigue quienes lo iniciaron como religión de la humanidad, similar a como aconteció en Brasil. Valentín Letelier disputará y planteará modificaciones como liberal, entonces ante el “orden y progreso” propuso la divisa “libertad y progreso”. De esta forma el espíritu liberal se impuso y la burguesía chilena comenzó con gran impulso. Letelier se había opuesto a la dictadura y a la justificación que Lagarrigue hizo de ella desde Comte, por lo tanto, el positivismo de Letelier no se apoyará en Comte, sino, en Spencer. Comprendía que la dictadura o tiranía era una forma social retrasada así como la guerra y debía ser superada por la etapa industrial. Argentina: el positivismo tuvo una fuerte influencia en esta nación. El país se encontraba en pleno conflicto entre las provincias y el puerto, atravesando las presidencias históricas con Mitre, Sarmiento y Avellaneda. En 1870 Sarmiento crea la Escuela de Paraná que es donde surge el positivismo en esta nación y ejercerá gran influencia buscando el objetivo de la independencia mental del país y de toda Hispanoamérica. Se adoptará el positivismo de Comte pero adaptado al liberalismo. Esto es un cambio importante ya que el comtismo ortodoxo se oponía a la concepción liberal de la sociedad quedando el individuo sometido a la sociocracia. Mediante la Escuela de Paraná Comte se difundió por todo el país, pero el Comte que se transmitió estaba desprovisto de las teorías de la religión de la humanidad. De esta forma la Argentina integraba el grupo de naciones que recibió a Comte de forma crítica, a diferencia como los hermanos Lagarrigue en Chile, y así como en México, lugares en donde el positivismo sirvió para apuntalar las dictaduras. En argentina estaba ligado a un proceso liberal, científico, industrial que debía ser desarrollado por iniciativa de los individuos. Esta concepción de individualismo se oponía al régimen de Rosas apoyado en masas bárbaras. José Ingenieros encarnando el positivismo plantea una educación elitista y no popular. Su concepto de mediocre estaba remitido al que continuaba apegado al período colonial como al indígena, con el que comenzamos des-marcando al positivismo frente a una larga duración concreta. La Argentina necesitaba un orden luego del período de anarquía que siguió a la independencia, pero se trataba de un orden distinto al que imponía Rosas, manifestándose tras su caída la necesidad de que sea un orden que respete la libertad individual. Dicho orden solo podía nacer de la libertad interior del individuo y esto solo era posible mediante un proceso educativo, que por supuesto era el objetivo de la Escuela de Paraná. El positivismo en el caso de Argentina tendrá un carácter más liberal y al cual se adapta el apotegma del conservador-liberal. Paraguay: es importante incorporar a la nación paraguaya en el tratamiento de este tema, porque no es habitual que se le considere en otros recorridos críticos sobre el positivismo, pudiendo de esta manera configurarnos una visión regional y de conjunto. Hablar del positivismo en este país, también es referirse al impacto que dicha corriente tuvo en la construcción de su Estado Liberal. Las ideas de la ilustración y el liberalismo nutrieron en gran medida el proceso de independencia americano, a la vez, que a posteriori dicho proceso favoreció la instalación consolidada de dichas ideas. El triunfo de la constitución liberal tiene su inspiración y punto de apoyo en la constitución de los EE.UU, por lo tanto dichas ideas adquirirán, desde este caso, gran difusión. José Gaspar Rodriguez de Francia, quien se relacionó al Colegio Nuestra Señora de Monserrat en Córdoba, es considerado por Cecilio Báez como el fundador de la nacionalidad paraguaya. El líder de la independencia paraguaya no explicitó su filiación liberal, al contrario se ocupo de resguardar a la nación de los progresistas, en un tono similar al de Augusto Comte frente a los revolucionarios franceses, debido a que sus intenciones estaban muy contaminadas de paternalismo y ambición. En cambio C. Báez en su libro Cuadros históricos y descriptivos va elaborando líneas sutiles de liberalismo y positivismo en el que va haciendo de la historia un instrumento para distinguirse entre oscuridades pasadas y luces presentes, con el ideal de proyectar un futuro promisorio. En La tiranía en el Paraguay, expresa que el pueblo paraguayo por falta de educación, siendo el pueblo campesino muy ignorante, no tiene costumbres democráticas, lo que equivale a decir que no poseen virtud democrática. El pueblo se cretiniza y desmoraliza por la falta de instrucción, por el despotismo, por los atentados gubernamentales. Son necesarios, en cambio, el buen ejemplo de un gobierno y la buena instrucción. La patria sin libertad es una mistificación, nos dice afirmando sus ideales liberales. La gloria del progreso radica en el desarrollo de las ciencias, las artes y de las armas conquistadas en defensa de la libertad. El amor a la patria, continúa diciendo Báez, se engrandece por la cultura intelectual y la riqueza material, no por el odio a otros pueblos, siendo el trabajo, la instrucción y la libertad los tres elementos que construyen a la patria. En La gran historia del Paraguay con lógico tono positivista, Cecilio Báez ha expuesto su concepto de “imbécil”, que es muy similar al de José Ingeniero, pero más chocante, impactante y denigrante. A su vez, Báez reconoce la influencia de la Escuela de Paraná en el Paraguay para la preparación de intelectuales bien formados, obviamente que se refiere a una instrucción en sentido positivista. Pero por otro lado también denuncia la persecución a la lengua guaraní, en una relación ambigua y contradictoria que poseía con dicha lengua ya que escribía sus poesías en guaraní. El positivismo y el liberalismo, traían un conjunto de promesas, como crecimiento económico, político y social que lograron países como EEUU y Europa Occidental, imponiéndose como modelos a seguir. En este caso se trata de la libertad en el seno de un orden. En el Paraguay se iban conjugando estas dos corrientes opuestas. Para ello, Báez quien llego a ser presidente del Paraguay, estudió a Comte como a Spencer y vio en ellos elementos que nutrían su ideal de lucha por la libertad, por el afianzamiento de la instrucción y la consolidación del progreso. Con Spencer iba más allá de la concepción estática y despótica de la libertad de Comte. Para el británico esta libertad mediaba entre el estado de anarquía y una sociedad educada que no necesitaba fuerzas impositivas para que se cumpla. De todos modos no fueron calcadas dichas concepciones, sino, que se aplicaron según los matices de la propia cultura. Decía Báez, que organizar la libertad como el único bien que les quedaba era crear instituciones que garanticen los derechos individuales y el libre ejercicio de las facultades del hombre, enseñándole al mismo sus derechos y obligaciones. Sostiene Báez, que el Paraguay llegará a ser una nación con historia, por medio del trabajo, la instrucción y la libertad, su pasado es leyenda sombría, es decir no entra en su concepto de humanidad, y en ese pasado se encuentran las culturas indígenas. En nombre del positivismo y la civilización se llevaron a cabo atrocidades contra grupos y pueblos considerados mediocres, imbéciles, atrasados, bárbaros, salvajes, etc., todos víctimas de una política eugenésica y una educación excluyente. Para Báez las tribus guaraní se encontraban atrasadas, incluso a la llegada del conquistador careciendo de industrias y desconociendo el comercio, sin intercambio de ideas, siendo moralmente insensible como los animales, y siendo el guaraní una lengua atrasada que no permite desarrollar las capacidades mentales, haciendo este conjunto que no sea posible el progreso. Idea de progreso que también está ausente en los guaraníes. La nueva generación de paraguayos, por medio del sujeto extranjero podía superar esta situación histórica y crear una conciencia moral con ideales y sujetos que desprecien los elementos étnicos propios. Perú: En 1879 esta nación se encontraba en guerra con Chile hasta 1884. Manuel González Prada, quien influenciará a J. C. Mariátegui, analiza la situación del Perú de aquel entonces. La causa de la derrota ha sido la misma negligencia peruana, su divisionismo más que el mérito del fuego de Chile. Él no propone un liderazgo de la burguesía, sino, integrar los diferentes sectores de la sociedad peruana, esto es, costa, sierra y selva. No se puede destruir al indígena y luego culparlos como si fueran la causa del retraso de la Nación. Su positivismo es totalmente heterodoxo y es por ello una excepción, se conecta podemos decir, según el análisis iniciado en este trabajo con los cincuenta mil años de historia y pensamiento del continente americano que fue negado por la matriz ontológica-cientificista-positivista ortodoxa. Bolivia: El historiador americano Herbert Kleim analiza la derrota de Bolivia con Chile en la Guerra del Pacífico o del Guano y Salitre, perdiendo su puerta de salida al mar. Es una época en la que prima el caudillismo. Narciso Campero será quien inicie, tras el congreso que organizó el partido liberal y conservador, la lucha por la hegemonía a favor del partido conservador, conflicto que en 1899 terminará en la guerra civil boliviana con la derrota del partido conservador a manos del golpe de estado realizado por el partido liberal y el derrocamiento de Severo Fernández Alonso. Desde la visión positivista de la época se planteaba una política positivista liderada por partidos y no caudillos, aunque el desenlace en este caso iba a ser tan trágico como en el período anterior. Pablo Gonzales Casanova nos dice que tras la derrota del partido conservador, el partido liberal operó cambios en la educación, intentando trascender la mera relación de oposición entre los grupos tradicionalmente repudiables entre sí. Se trata de un positivismo más moderado. Daniel Sánchez Bustamante quiso profundizar una visión similar a la de Manuel Gonzales Prada, con la propuesta de la colaboración entre la burguesía y los indígenas, sin que sea la burguesía la clase principal, sino, sólo un timón. Uruguay: el inicio del positivismo en este país estuvo influenciado por el desarrollo del mismo en Argentina. En la lucha de la generación romántica contra Rosas fue Montevideo quien se transforma en refugio de intelectuales argentinos expulsados y, a la vez, es una capital difusora de los escritos de estos personajes. De esta manera Montevideo fue embebiéndose de este concepto de independencia cultural y emancipación mental. Entre 1839 y 1851 Uruguay se encontraba en guerra con Argentina recibiendo, como exiliados, a los miembros de la Asociación de Mayo, entre ellos a J. B. Alberdi, quien desde su positivismo ambiente influenció al importante intelectual Andrés Lamas, quien sería uno de los iniciadores de la generación de los “girondinos del 73” y del “Ateneo del Uruguay” en la que se formaría una nueva juventud que desde su positivismo enjuiciaría a la corriente espiritualista (J. B. Fichte, B. Spinoza, R. Descartes) por la causa de retraso del Uruguay. Luego de una larga lucha entre dictaduras y cuarteles, en 1886 Uruguay vuelve a tener un presidente democrático en la figura del general Máximo Tajes elegido en urnas venciendo en gran medida la política de los cuarteles. En 1903 se elige a José Batlle y Ordóñez quien fue fundamental para el inicio del S. XX dotando al país de un extenso período de democracia y liberalismo. Cuba: Agustín Caballero (1762-1835) y sobre todo Félix Varela (1788-1853) fueron quienes se enfrentaron al escolasticismo. José de la Luz y Caballero (1800-1853) prosigue la tarea de sus coterráneos desde la filosofía empirista y muy cercano a la positivista. Dentro del positivismo se destaca Enrique José Varona, André Poey, Enrique Piñeyro, Antonio Mestre, José Francisco Arango y Varona. La mayoría de los utilitaristas y positivistas del Caribe se instruyeron en otras disciplinas y como autodidactas se formaron en filosofía, pero en el caso de E. J. Varona se formó en el ámbito de la filosofía hasta su título de doctor. En su inicial sistema filosófico adoptó el positivismo en la línea de Comte, Littré, H. Taine, Spencer, Bain, etc. Elías Entralgo indica cuatro períodos en el desarrollo de la Filosofía de Varona: 1) liberal y esteticista (1879) bajo la inspiración del chileno Lastarria; 2) el psicológico, evolucionista y pesimista (1884) influido por Spencer; 3) el utilitarista y economicista (1889) inspirado en J. Stuart Mill; 4) el escéptico y pesimista inspirado en Montaigne. Su proximidad al positivismo tuvo un significado político como una filosofía renovadora frente al escolasticismo tradicional, comenzó siendo autonomista para posicionarse luego con los independentistas. Su análisis sobre la historia de Cuba e Hispanoamérica coincidía con los otros intelectuales en su visión negativa sobre el legado español en Cuba ya que dicha nación seguía dependiente de la Metrópolis. Para Varona el hombre es moral porque es social y no al revés, es decir, para él el hombre es un ser social. No posee una idea biologicista cerrada. Con Schopenhauer señala que la base de la moral es la compasión por el dolor ajeno, así como la simpatía por la alegría y bienestar de los demás. El criterio moral fundamental es la solidaridad siendo una obligación para el ser social, así como una adaptación al entorno social. Esto es coherente con su visión histórica sobre la moral, en la cual sostiene que la misma posee su historia y etapas en la que en las sociedades primitivas se destaca lo colectivo sobre lo individual, así como la obediencia sobre la autoridad. Para Varona como para Aristóteles las virtudes son hábitos, pero dice Varona, las mismas no evitan la libertad. En su idea normativa el bien general de la sociedad debe dirigir por sobre el bien individual. Desde esta base recién busca el apoyo en la biología, la psicología y la sociología. Hacia su última etapa se deriva en el escepticismo de Montaigne y re-estudia la naturaleza humana considerando que está determinada por el ambiente, la conducta y el hábito. En esta etapa, según Carlos Osorio, puntualiza las pasiones con predominancia individualista. Parece que la experiencia le mostró el contraste y la diferencia entre lo que se espera devenga de los ideales y lo que vivió en la práctica social humana. La situación política de Cuba fue determinante para su última etapa escéptica. Fueron cincuenta años de crudos conflictos para salir del infierno colonial y hoy acontece que Cuba, sostiene Varona en su época, en lo material es colonia de EE.UU y en lo moral colonia de España. Luego de la Primera Guerra de 1914 su fe en la ciencia y progreso también se fue quebrando, porque veía una onda contradicción que lucharan entre sí las naciones más desarrolladas, sabiendo que el progreso científico debía traer aparejado un avance moral. Venezuela: siguiendo a Rojas Osorio, el positivismo de A. Comte junto con el evolucionismo fueron dos movimientos filosóficos que se desarrollaron en esta nación hacia la segunda mitad del Siglo XIX y principios del XX. Rafael Villavicencio quien seguía a Comte, y Adolfo Ernest próximo al transformismo de Lamarck introdujeron el positivismo que luego tendrá influencia en la reforma educativa venezolana. Como en otros países fueron atacados por la Iglesia, pero por otro lado defendidas por el gobierno liberal de Antonio Guzmán Blanco. Difundían dichas ideas periódicos como El Federalista, El Fonógrafo, El Cojo ilustrado, El Nuevo Diario y la revista Vargasia. En la visión de Laureano Vallenilla Lanz ministro del interior en el gobierno de Ignacio Andrade, elabora una corriente favorable a los determinismos ambientales y raciales, como a la tesis del gendarme necesario en la obra Cesarismo democrático (1919), esto es cesarismo como concentración de poder en una figura que capta todas las voluntades populares. En el campo de las ciencias sociales se destacó José Gil Luis Fortoul (1861) con obras como Filosofía constitucional (1890), Filosofía penal (1891), que luego desde estamentos oficiales del gobierno se le pedirá que realice la obra Historia constitucional. Después Juan Vicente Gómez presidente y amigo de él lo nombrará ministro de Instrucción Pública, y posteriormente Fortoul llegará a ser presidente, pero a la sombra del poder fáctico de Gómez. Colombia: José María Samper 1828-1888 ha sido el más destacado positivista de este país, aunque del positivismo fue derivándose a posiciones más conservadoras. Se cambió del radicalismo liberal a afirmar el programa del partido conservador, así como del anticlericalismo a depositarse nuevamente en la fe católica de raíces maternas. Harold Hinds sostiene que es el romanticismo literario y el liberalismo político lo que más influye a Samper. Por su lado, también lo influye Rafal Núñez inspirador de la constitución colombiana de 1886, direccionado hacia el partido liberal que poseía en ese momento posturas radicales como la separación de la Iglesia y del Estado. De igual forma Núñez también viraría fuertemente hacia el conservadurismo colombiano. Carlos Arturo Torres (1867-1911) es otro de los principales positivistas quien recibió la influencia de Spencer, estudiando derecho en el Externado de Colombia. En su ensayo sobre Spencer expone los aspectos que considera más relevantes, como la idea de progreso permanente, la tolerancia a todo dogmatismo y la evolución. Puerto Rico: Eugenio María de Hostos (1839-1903) en este caso, criticará la incidencia del pasado hispano como de la actualidad norteamericana. Él también denuncia de la modernidad y el positivismo su función dominadora, también los preceptos no cumplidos y postergados, como por ejemplo, lo de acabar con todos los males de la sociedad, y desarrollar el progreso indefinido, la libertad y la solidaridad. E. M. de Hostos está influenciado por el krausismo, evolucionismo, kantismo, racionalismo y naturalismo. Pretende estudiar lo que él llama el organismo de la razón y el conjunto de medios que utiliza dicha razón para buscar la verdad. Para Hostos todo es natural, no hay nada sobre natural, ni siquiera el alma. Dice Carlos Rojas Osorio que la fórmula que mejor lo expresa es la del naturalismo armónico. Desilusionado por el dominio de EEUU a su nación se instala en República Dominicana, siendo el presidente dominicano, Horacio Vásquez amigo de Hostos, quien le permitió trabajar en el campo educativo como Inspector de Instrucción Pública, y aunque su proyecto de reforma educativa tuvo la oposición de la Iglesia, el gobierno apoyó a Hostos llevando adelante tal reforma que durará hasta 1956, momento en que será impugnada por el dictador-tirano Trujillo bajo influencias eclesiásticas. Ecuador: el positivismo se desarrolló tardíamente en esta nación, luego de la revolución que ascendió como presidente a Eloy Alfaro en 1895. Arturo Roig señala que en este país el positivismo se instala aún más tarde, por el año 1900, y como crítica al positivismo europeo por autores ecuatorianos. Su proceso fue como en otros países, desde los supuestos más teóricos hacia sus aplicaciones más concretas. Como otras naciones Ecuador recibió influencias del positivismo francés e inglés, pero también las influencias españolas, así como las del cubano Alberto Lamar Schweyer y del argentino José Ingenieros. Marieta Veintimilla en su texto Psicología moderna de 1907 realizaba una crítica a los ecuatorianos, diciendo que los mismos permanecían atados a la roca con degradantes cadenas de indiferencia y egoísmo. Luego algunas repúblicas sudamericanas los superan en espíritu práctico, entonces propone a los mismos nutrir sus espíritus con la realidad del poder intelectual dándoles vigor a las fibras del cerebro con el estudio para conquistar un lugar merecido para su patria.
Extracto de Las marcas del positivismo en la historia y la filosofía latinoamericanas, de Carlos Francisco Bauer, Doctor en Filosofía, Universidad Nacional de Córdoba - Argentina. |